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Realmente la historia se remonta a inicios del siglo XX, en el año 1903, cuando los monjes trapenses decidieron marcharse de la Abadía de Mont des Cats, Francia, a causa de las políticas anticlericales que obligaban a los monjes a pagar unos fuertes impuestos por sus ingresos y llegaron a Watou, un pueblecito, aldea, fronterizo, belga. A este nuevo hogar lo llamaron “Refugio de Nuestra Señora de San Bernardo” y una vez instalados, estos monjes se dedicaron a la producción de queso para poder sufragar los costes de sus actividades.
No fue hasta el año 1934, y gracias a las nuevas políticas de Francia, que adoptó una actitud más tolerante hacia las comunidades religiosas, que esta misma comunidad monástica decidió volver a cruzar la frontera y volver a su tierra natal. Antes, pero, vendieron la lechería y la quesería que habían construido a Evarist Deconinck, y con ellas, el derecho a seguir produciendo los quesos de Watou.
Los años pasan y es en 1946 cuando los monjes trapenses de la Abadía de San Sixto de Westvleteren, que estaban situados a escasos 10 km de esta granja / quesería se encuentran ante la necesidad de reparar, restaurar y mejorar su monasterio. Es aquí cuando estos monjes, que en un principio habían circunscrito la producción de su cerveza para el consumo propio y para ser comercializada en 3 bares, restaurantes, muy cercanos a ellos, deciden expandir el negocio y lo hacen vendiéndole la licencia comercial de la cerveza por un período de 30 años al dueño de la Granja / quesería. Es de esta forma que nace la cervecería St. Bernardus, que elaboraba la misma cerveza que se hacía en la Abadía, pero con el apoyo de un maestro cervecero, Mathieu Szafranski, que aportó grandes avances tanto técnicos, como en recetas e incluso con la famosa levadura de San Sixto.
A finales de la década de los 50 e inicios de los años 60, Deconinck vendió la quesería para dedicar sus esfuerzos al arte del lúpulo y se incorporó en el negocio Guy Claus, el que fuera marido de la hija de Deconinck, lo que propició un nuevo acuerdo con la Abadía de Westvleteren para renovar la licencia comercial por 30 años más, hasta 1992, cuando expiró de manera definitiva.
El motivo principal por el cual esta licencia expira es básicamente debido a la creación del Sello ATP (por sus siglas en inglés, Authentic Trappist Product), que nació en los años 80 y que identificaba esos productos trapenses* auténticos a través de 3 preceptos clave:
1. La cerveza debe producirse dentro de la Abadía o en su entorno más inmediato.
2. Son los monjes quiénes supervisan y controlan la producción de la cerveza.
3. Los beneficios de este negocio deben ser destinados a las necesidades de toda la comunidad monástica, a la solidaridad con otras Abadías Trapenses, a proyectos de desarrollo y obras de caridad.
Como podéis deducir, la Cervecería St. Bernardus no cumplía con todos estos preceptos, pues no se producía dentro de la Abadía. Este hecho provocó finalmente la ruptura entre la fábrica de St. Bernardus y los monjes de la Abadía de San Sixto de Westvleteren.
Desde entonces, St. Bernardus sigue elaborando cervezas con las recetas originales de la Abadía, pero sin usar su nombre.
*De las cervezas trapenses hablaremos en otro post con más profundidad, que hay tela que cortar.
¿Serías capaz de explicar la diferencia de personajes de las antiguas etiquetas de St. Sixtus y las actuales de St. Bernadus?
Venga, te damos una pista. En las etiquetas de St. Sixtus el personaje era un monje, ¿en las de St Bernardus es un…?
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